Coaching Somático: aplicaciones de la Teoría Polivagal al cultivo de la autoconfianza

El coaching somático es parte ya de la actividad cotidiana de mi práctica de coaching. A día de hoy, por ejemplo, no llevo a cabo un proceso de generación de autoconfianza en ningún cliente sin entrar a trabajar desde el cuerpo como elemento principal y la palabra o las creencias como apoyo a ese elemento principal. 

Aún hoy en día, a pesar de los avances de la neurociencia sobre los aspectos somáticos del desarrollo, aprendizaje y crecimiento personal, muchas personas no creen que perder el miedo, ganar confianza, sentirse más seguros de sí mismos, atreverse a afrontar desafíos o dificultades es algo que se logra a través del cuerpo y no a través de la mente. Y que el paso de lo comprendido racionalmente a lo que uno se siente capaz de realizar está en la confianza que el cuerpo tenga sembrada dentro al respecto. Que son las emociones las que nos paralizan, y que estas nacen en el cuerpo y se modifican allí. Y que, si queremos ganar seguridad en nosotros mismos, tendremos que viajar al interior de nuestro cuerpo y trabajar a favor de dotar a nuestro sistema nervioso de los recursos adecuados como para sentir en el cuerpo la confianza suficiente como para tomar el riesgo de actuar de forma diferente. 

Para ello primero es imprescindible que dotemos de cierto rigor lo de lo contrario volvería a parecer simples ejercicios corporales sin fundamento. En este sentido, la teoría Polivagal, creada por Stephen Porges, ha supuesto un cambio de mirada en lo que se refiere al impacto que tiene el sistema nervioso autónomo (SNA) en la regulación de nuestras emociones y la sensación interna de seguridad. La teoría nos describe cómo el nervio vago, que conecta varios órganos del cuerpo con el cerebro, desempeña un papel clave en la regulación de la respuesta al estrés y la seguridad y bienestar emocional. 

La teoría del doctor Porges amplía la visión que se tenía hasta ahora del funcionamiento del SNA, describiendo tres vías principales de respuesta al entorno, cada una mediada por diferentes ramas del nervio vago y desarrolladas en distintas etapas de la evolución. 

En primer lugar, está la rama ventral del nervio vago. Se trata de la parte más evolucionada y supone la primera elección de conexión de los seres humanos con sus semejantes. Se activa cuando nos sentimos seguros y conectados con los demás. La denominada conexión social. Cuando el SNA está regulado por esta rama, estamos en calma, con una adecuada regulación emocional y abiertos a la relación social colaborativa. El ritmo cardíaco es constante, el tono muscular está relajado y la respiración se mantiene tranquila. 

En segundo lugar, está una vía más antigua y automática, siempre en alerta ante las posibles amenazas. Tras la primera elección de conexión social, esta segunda rama se activa de forma automática cuando percibe algún peligro. Entonces se moviliza la energía, aumenta la frecuencia cardíaca, se libera adrenalina y el organismo se prepara para la lucha o la huida. Es un estado destinado a la acción y sostenerse en ese estado de forma continuada puede provocar ansiedad crónica o agotamiento. 

En tercer lugar, está la vía dorsal del nervio vago. Es la respuesta más primitiva y se activa en casos de emergencia extrema. Estamos hablando de la congelación o el colapso como medida de defensa. Los síntomas son el entumecimiento emocional, la disociación y la desconexión del entorno. Si bien es una posible defensa útil en ciertos contextos, su prolongación en el tiempo puede traer consecuencias graves como la depresión o el desarrollo de traumas complejos. 

El estado ideal del SNA sería la capacidad para reaccionar ante situaciones de peligro y después recuperar con cierta rapidez el estado de conexión social, sin quedarse alterado en activación más tiempo del necesario. Sin embargo, esto es algo que pocos humanos tenemos sin alterar, debido a las diferentes situaciones de estrés o dolor emocional que hemos tenido que pasar por diferentes circunstancias durante la época de nuestro desarrollo. 

Recuperar el tono vagal, mediante ejercicios del nervio vago puede suponer una forma de recuperar la confianza de las personas en sí mismas. La autoconfianza está relacionada directamente con la idea o la sensación que la persona tiene de su capacidad para relacionarse con las dificultades de la vida, los recursos de afrontamiento ante situaciones desafiantes. Todo ello está relacionado directamente con el equilibrio en el que se encuentre nuestro SNA gestionado a través del nervio vago. El fortalecimiento del tono vagal puede ser una herramienta poderosa para desarrollar la confianza en uno mismo. La confianza florece en un estado de seguridad interna, y el nervio vago es el conductor maestro que regula nuestra sensación de calma y conexión con el entorno. 

A través del coaching somático desarrollamos ejercicios de fortalecimiento del nervio vago y trabajamos la conexión con uno mismo y la autoconfianza integrándola desde el cuerpo y sin tener que acudir a procesos cognitivos. 

Podemos clasificar estos ejercicios en tres tipos: 

 

1 * Ejercicios de respiración: respiración diafragmática. 

Cuando respiramos lenta y profundamente, especialmente enfocándonos en la exhalación prolongada, estimulamos el sistema nervioso parasimpático, promoviendo la calma y reduciendo la ansiedad. Poner una mano en el abdomen puede ayudar a poner la conciencia en ensanchar el diafragma. La idea es alargar la exhalación frente a la inhalación. Expandir el abdomen. De esta forma el organismo a través del nervio vago emite al cerebro la señal de calma y tranquilidad y el cerebro lo termina de asentar, tomando esta referencia que le llega de su cuerpo. 

En el futuro, ante situaciones de cierto estrés, respirar de esta forma mantendrá al sistema nervioso menos activado y con más regulación emocional y equilibrio y por tanto con mayores recursos de afrontamiento y a la larga con mayor capacidad de generar confianza. 

2 * Ejercicios de movimiento y coherencia corporal entre respiración y movimiento. 

El ejercicio físico, especialmente aquel que involucra movimientos rítmicos como caminar, bailar o practicar yoga, estimula el nervio vago y mejora la coherencia entre el cuerpo y la mente. Estos movimientos rítmicos promueven un estado de flujo y conexión que ayuda a reforzar la seguridad interna. 

El movimiento rítmico no solo regula el sistema nervioso, sino que también fomenta una conexión más profunda con tu cuerpo. Sentirte cómodo y presente en tu cuerpo es esencial para proyectar confianza en cualquier situación. 

Algunos de los movimientos más conectados con sentir confianza son los relacionados con sentir la sensación de conexión con el suelo, la sensación de conexión con el tren inferior del cuerpo, caderas, muslos, piernas, pies. Y también la realización de movimientos que inician y acaban de forma sincronizada con la respiración. El levantarse del suelo poniendo conciencia en los apoyos repetidas veces y especialmente los ejercicios de balance. Realizar equilibrios en una sola pierna e ir alternando o saltos de una pierna a la otra conectan con la sensación de las piernas y el arraigo y suponen una reorganización del sistema nervioso en la capacidad para relacionarse con las extremidades inferiores que son la base de la confianza. 

3 * Ejercicios de visualización guiada o meditaciones. 

La teoría polivagal destaca la importancia de la percepción de seguridad para regular el sistema nervioso. La visualización guiada puede ser una herramienta efectiva para entrenar tu sistema nervioso a asociar imágenes y sensaciones positivas con tu propio ser.  

Al pedir a la persona que cierre los ojos y visualice un lugar en el que se sienta absolutamente segura, conectando con cada detalle del lugar, activa las mismas sensaciones de seguridad en el SNA y en el cerebro, lo que permite al organismo recuperar esa sensación y fortalecer su capacidad de evocarla. La visualización entrena tu sistema nervioso para reconocer y experimentar estados de seguridad. Practicar regularmente fortalece tu capacidad para acceder a esta sensación en situaciones desafiantes, aumentando tu autoconfianza. Tras la visualización, proceder a llevar a cabo movimientos espontáneos, sin premeditar y sin necesidad de ninguna estética concreta en conexión con lo visualizado en un entorno seguro, puede suponer una mayor integración. La posibilidad de moverse generando nuevas visualizaciones, genera un asentamiento en el cuerpo de lo sentido en la visualización ya que es el inicio de su expresión en el mundo. 

 

El fortalecimiento del nervio vago mediante ejercicios específicos dentro del coaching somático puede transformar tu relación contigo. Al reducir el estrés, fomentar la calma y mejorar la conexión entre tu cuerpo y mente, estos ejercicios ayudarán a desarrollar una autoconfianza sólida y duradera. Sabiendo que el progreso es gradual, deberemos mantener la recurrencia y la constancia en la práctica, sabiendo que cada pequeño paso que tomemos reforzará el bienestar emocional y nuestra seguridad interna. 

El trabajo a través del cuerpo sigue siendo, a pesar de la evolución de los últimos años, un gran desconocido. Seguimos sin percatarnos de que el impacto emocional que pasamos en la infancia provocó una autorregulación emocional defensiva, tratando de evitar sentir de nuevo situaciones de elevado sufrimiento. Para evitar esto, el organismo se disocia y trata de desconectar las sensaciones emocionales y esto lo logra a través de la generación de rigideces o tensiones musculares que al final de forma crónica terminan convirtiéndose en corazas musculares y en estructuras corporales completas adaptadas a la supervivencia y orientadas a la evitación de volver a sentir las experiencias dolorosas vividas.  

Así una vida con miedo genera un cuerpo acorde y con escasez de recursos para el afrontamiento de los conflictos o el poner límites.

Un cuerpo con rabia también tendrá dificultad para contener esta emoción y gestionarla al faltarle los recursos corporales para ello.

El trabajo del coaching somático es generar espacios seguros donde los clientes puedan desarrollar de nuevo permisos y recursos corporales que volver a tener disponibles para el afrontamiento de las situaciones de la vida cotidiana que les supone aún un desafío.

Pedir a alguien sin esos recursos que ponga un límite es como pedirle un acto desafiante sin precedentes. Mientras que trabajando con él el desarrollo de su tren inferior y el tono vagal, podremos, a través del cuerpo, despertar esos recursos que permanecían inaccesibles en las sesiones de coaching o terapia habladas y que traen consigo importantes aprendizajes que se integran de forma sólida en el cliente y favorecen una mayor y más rápida evolución. 

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José Manuel Sánchez Sanz

Director de “El desafío de la conciencia”, del programa de coaching transpersonal, de los retiros de meditación y formador del curso sobre Eneagrama.

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